Ella apareció con un raro peinado azul,
después de haber cruzado por el laberinto de los filósofos perdidos.
Sus dioses eran simples y livianos y la
carretera de su imaginación todavía estaba por construirse.
Las locuras y los gritos habían quedado
atrás, al igual que el gorgoteo repugnante del maligno director del hospicio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario