miércoles, 4 de julio de 2018
Amityville: El despertar
(Amityville: The Awakening, Franck Khalfoun, 2017)
Una secuela más de la ya remota Amityville
(1979), clásico de los films de casas embrujadas y que se exprime a más no
poder...
Con el fin de ahorrar dinero para pagar el
costoso tratamiento del varón de la familia que se encuentra en coma, Belle, su
madre y su pequeña hermana, se mudan a esta casa, donde sin dejar pasar mucho
tiempo, descubren hechos extraños y el muchacho en cuestión comienza a mejorar
de manera milagrosa.
Un guión muy pobre, con muchos agujeros y
que trata de jugar con la realidad y la ficción (tal como lo hacía la saga Scream), no saca mucho provecho de esto
y deambula entre algún que otro susto en los que a veces acierta y en otras
no.
Película serie B sin grandes pretensiones, trata
de asustar sin muchas novedades y a mi modesto entender, desperdiciando algunas
ideas muy interesantes.
Como puntos altos se encuentran el
maquillaje al que es sometido Cameron
Monaghan (el Joker de la serie Gotham) y algunos momentos donde su
presencia resulta ser realmente amenazadora. Bella Thorne aporta su belleza y no mucho más, mientras que Jennifer Jason Leigh se queda apenas en
la caricatura de una madre psicótica que hace todo lo posible por salvar a su
hijo.
Mejor que alguna de sus predecesoras, pobre
para quedar en la historia.
Premonición 2:22
(2:22, Paul
Currie, 2017)
Coproducción entre USA y Australia, tiene
como dato más interesante a Michiel Huisman (Game of Thrones) y a Teresa Palmer
(Mi novio es un zombi) como la pareja protagonista que debe saber por qué el
destino los ha unido y al mismo tiempo, descubrir cuáles son las circunstancias
que deben enfrentar y que los quiere separar.
Recuerdos, patrones que se repiten, vidas
pasadas y un asesinato realizado 30 años atrás son los hechos que desfilan ante
nuestros ojos de manera profesional, pero a control remoto, sin mucha
profundidad. Un thriller paranormal que luego cambia su registro a un drama
romántico teñido por un aura universal de redención y perdón.
Filme ideal para ver un domingo a la tarde
por TELEFE, no depara muchas sorpresas, pero la química (y la facha) de la pareja principal, hacen que
al menos, la película sea digerible y no mucho más que eso.
La leyenda de Tarzán
(The Legend of
Tarzán, David Yates, 2016)
Otra vuelta de tuerca sobre este eterno
personaje, y está muy bien. Al menos este no es el “inicio” de la vida de
Tarzán, aunque se la recuerde en breves pasajes. Esta es la continuidad a esa
historia que tan bien conocemos, pero que en esta versión, el personaje luchará
más que nunca en contra del maltrato animal, la esclavitud y la explotación
minera.
Impecables tomas aéreas, gran espíritu de
aventura, sensible animales creados por computadora y algo de suspenso integran
un combo aceptable pero desprovisto de sorpresas. Tal vez el punto más flojo
sea la interpretación de Alexander Skarsgård como el fibroso hombre-mono que
salta de liana en liana en busca de la bella Jane- Margot Robbie, pero bueno, esa es harina de otro costal.
El tiempo y las recaudaciones dirán si
Tarzán tiene una nueva entrega…
Plata Dulce
(Plata Dulce, Fernando
Ayala, 1982)
Síntesis, reflejo, testimonio de la economía
argentina de los últimos 40 años (¿O más también??).
Como inocente autocritica de lo que sucedía
en el año del mundial 78, la película nos recuerda la bonanza económica
ficticia, los viajes al exterior a comprar electrométricos, los plazos fijos a
altas tasas y la especulación financiera que provocaba una gran crisis social.
¿Les suena conocido?
Entre la tragicomedia y la sátira
costumbrista, el guión enfrenta a dos concuñados remando en ese contexto que les provoca muchas divergencias, para
uno un ascenso social demasiado rápido y para el otro una caída en espiral que
no parece detenerse.
Para quienes no la vieron el film puede ser
el punto de partida para la comprensión de una realidad que no entienden, para
quienes la hemos visto la gran pregunta debería ser: ¿Hasta cuándo va a seguir
dando vuelta la calesita?
¿Alguien lo sabe?
Microficción 48
La noticia se filtró en los
medios: el último café tenía olor a chivo y el murmullo de los grillos se
derramaba por las calles.
El psiquiatra se escondió
en los helicópteros y los tentáculos principales sintieron el retroceso de los
pulmones.
La púa de la guitarra
vomitó un patrullero y el ídolo cosido al cuello comenzó a parecerse a su
mascota de ensueño.
Microficción 47
Era un hombre alto con un puñado de gatos y
una pizarra que anunciaba una historia de fantasmas.
El contexto biológico incluyó una guantera y
varios papeles adheridos a la entrepierna.
Mil metros atrás, un par de pisadas
invisibles se hicieron más fuertes y con la risa de una calabaza, la estatua
anciana se sintió con suerte...
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