(The Mortal
Instruments: City of Bones, Harald Zwart, 2013)
Primero: No he leído el libro en que se basa el film, perteneciente a
una saga juvenil muy conocida en todo el mundo.
Segundo: Lo que más me sorprendió es el largo del título para tan poco
film. ¡Qué pretencioso! ¡Hubieran simplificado el título!
Reconozco que no esperaba ver una obra maestra, pero sí algo “mejor
armado”.
La historia de una chica (en este caso, en otros se reemplaza por un
varón) que en el día de su cumpleaños descubre que no es normal, que pertenece a un extraño circulo (o raza) y se enamora de
alguien que no debe, ya la hemos visto mil veces, pero las incoherencias y los
pobres efectos especiales son demasiados. Y las dos horas y pico del film se
hacen extenuantes.
Los primeros minutos donde la protagonista descubre el mundo peculiar
que la rodea son lo mejor del film, lamentablemente los lugares comunes y la
falta de sorpresa en la historia hacen que el producto se desinfle más rápido
que un globo. Y no quiero hablar del pobre diseño de los perros-demonios, de
las peleas con los hombres lobo o de la lucha con los cuervos con la
utilización de lanzallamas. Sólo faltaron Godzilla y Tiburón para completar la
ensalada de criaturas con la que se trató de hacer todo un poco más
interesante.
No entiendo como Jonathan Rhys Meyers se atrevió a ingresar a este proyecto, y debo reconocer que Lily Collins es muy bella y no actúa tan mal.
En definitiva, el film es un gran fallido, eso es todo.
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