(Kingsman, Matthew Vaughn, 2015)
Basada en un comic del año 2012, esta
adaptación nos cuenta de un agente secreto inglés que debe enfrentarse al malo
de turno y de paso saldar cuentas con su pasado, reclutando al hijo de un
compañero que había salvado su vida.
Con guiños a los films de James Bond, Guy
Ritchie y toques de violencia que huelen a Tarantino, la trama no decae ni
decepciona en ningún momento.
Colin Firth demuestra toda la versatilidad
de la que es capaz y se luce como “Galahad”, casi la reencarnación de John
Steed, de aquella maravillosa serie que fue The Avengers a fines de los años
60.
Kingsman demuestra que si no hay ideas
nuevas, las viejas bien realizadas siguen siendo un gran entretenimiento.
¿Hay alguna culpa en eso?
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