Poseía
la melancolía de las noches trágicas, de los vidrios rotos de un
supermercado saqueado y el corazón acribillado por las balas de sus
desatinos.
Sacó una de los amaneceres de su bolsillo e imaginó que podría ser muy bello.
Se maquilló en un rincón del pasado y salió a la calle. Algo le decía que ese día podía ser diferente.
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