La hierba era una historieta y las miles de fichas con las que jugaba el gato eran como una cuchara reluciente de eternas vigilancias.
Un unicornio, algunas luciérnagas de besos y la isla de las tentativas, era lo que ocultaba la memoria de los amantes furtivos. Todo eso quedó guardado por el registro minucioso escrito en una vieja y fría Olivetti, que todavía seguía funcionando.
martes, 18 de enero de 2011
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